domingo, 3 de enero de 2010

Calchaquí

Abandono por un momento las alturas de Cafayate
y busco la ruta, me interno, me dejo en sus manos

Por las viñas y los antigales,
uno surca el Calchaquí como si el Calchaquí lo surcara a uno

La llegada a Angastaco siempre ofrece un vino casero,
una siesta interminable y un cielo de estrellas que revientan

Salgo del barro, una lluvia de verano me inunda hasta los ojos
y doy vueltas donde el valle se vuelve verde

Molinos descansa, la iglesia y el traidor Isasmendi dentro
son la postal y la visita que no quiere huirle a la sombra de la plaza

Ponchos, telares y el arte en Seclantás,
donde una vieja teje y toma mate y los changos corretean

Así es el Calchaquí, amplio y estrecho, se baja y se sube
y todo termina en las paredes blancas de Cachi