DISCRIMINACIÓN EN LA CONFITERÍA IDEAL
El día viernes 13 de marzo, un episodio definitivamente grave ocurrió en este tradicional rincón porteño, ubicado en la dirección Suipacha 380, casi esquina Corrientes.
Quienes oficiamos de guías de turismo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en momentos en que realizamos visitas por la misma, es común que realicemos paradas (previamente estipuladas o no) en los denominados bares notables de Buenos Aires.
No fue la excepción esta vez y, encontrándome con un grupo de 25 pasajeras, descendimos del bus en la Confitería Ideal.
Este grupo estaba integrado por 24 mujeres de nacionalidad estadounidense y una mexicana.
Desgraciadamente, los fantasmas de la discriminación (presentes en nuestra ciudad y en el mundo) llamaron a la puerta una vez más.
El episodio tomó por sorpresa a la pasajera mexicana, de nombre Julia, quien se diferenciaba del resto del grupo por tener claros rasgos aborígenes y ropa que se diferenciaba claramente del resto, quienes vestían ropa de marca.
Al descender del bus, decidimos que en 30 minutos nos encontraríamos en el mismo lugar, debido a que algunas de las señoras no querían ingresar al lugar, prefiriendo quedarse en el kiosco que se encuentra aledaño al local.
Al ingresar a la Confitería Ideal, se encontraban no más de 8 personas en todo el lugar sentados en las mesas y un solo mozo atendiendo. En la entrada, había una persona que realizaba tareas de seguridad y control.
Debido a que el lugar estaba prácticamente vacío, las pasajeras se sentaron en diferentes mesas dentro del recinto.
En el momento en que la señora Julia hacía lo mismo, optando por sentarse sola en una mesa, personal de la Ideal la increpó diciéndole que no podía sentarse allí, debido a que estaba reservado para un grupo, cuando TODAS LAS MUJERES SE SENTARON EN DIFERENTES SITIOS, SIN IMPORTAR EL LUGAR.
Julia le respondió al sujeto que la increpó diciéndole que estaba acompañándonos, que era parte del grupo turístico que yo conducía en el momento.
Debo aclarar que no fui testigo directo de este desagradable momento, debido a que como el grupo debía cumplir horarios estrictos y había un solo mozo atendiendo en las mesas, lo ayudé a tomar los pedidos y a servir los mismos para poder agilizar un poco y no perder tiempo.
Mientras tanto, a la señora Julia le decían que si de verdad estaba con el contingente, que me viniera a preguntar si yo era su guía, sino que se sentara en la entrada del local.
Surge en mí la siguiente pregunta: ¿ Era tan grande el lugar y estaba tan concurrido que no se pudo acercar este hombre y preguntarme si ella estaba en el contingente?
Sintetizando: a esta ciudadana la confundieron con una persona pobre que podía generar algún conflicto, dígase robar la cartera a algunos de los clientes del bar.
Debemos destacar que mucha gente, encontrándose en un país ajeno, puede sentirse violentado/a ante una situación de este tipo. Estando encima de vacaciones, prefieren evitar cualquier tipo de inconvenientes y tomar la decisión de marcharse, como lo hizo finalmente Julia, sin avisarnos ni al resto del grupo ni a mí.
Fue justo al regresar al hotel Claridge, en donde el grupo estaba alojado, que Julia se animó a contarle a una de las pasajeras, quien a su vez me lo comentó instantáneamente.
Julia estaba angustiada, se sintió claramente discriminada y así lo sentimos sus compañeros en ese momento, quienes la noche de ese mismo día iban a regresar a la Ideal a la milonga nocturna que el local organiza para ir a bailar. Ante este conflicto, el grupo se solidarizó de manera contundente y rehusó volver nuevamente al lugar.
Instantáneamente me comuniqué con el bar y les comenté la situación, exigiéndole una disculpa hacia Julia por parte del encargado, aunque no telefónicamente, sino en persona.
Por la tarde (debido a que el grupo tenía otra actividad) le pregunté a Julia si no quería acompañarme para que le dieran las respectivas disculpas, a lo que la misma respondió negativamente.
Vale decir que, en parte, es entendible esta respuesta: la señora se encontraba de vacaciones y no quería prolongar esta situación negativa cuando venía a disfrutar y llevarse un buen recuerdo de Argentina.
Luego de las actividades que el grupo tenía por la tarde, me dirigí hacia la Confitería Ideal y exigí explicaciones por parte de encargados del establecimiento.
Los mismos me dijeron que seguramente el hombre que fue partícipe del grave suceso se confundió, que tuvo un desacierto, que quiso evitar un posible “arrebato” y demás explicaciones sin fundamento.
Prometieron, ante mi insistencia, hacerle llegar a la señora Julia las respectivas disculpas y/o enviarle una atención departe del local y sus encargados.
Como de costumbre cuando estos hechos ocurren, parece que es mejor barrer debajo de la alfombra, ya que es una pasajera más que quizá no vuelva y a la damnificada no le llegó ningún tipo de disculpa.
Este hecho me pareció de suma gravedad, que daña (y seguramente dañará) la fama de este reconocido lugar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como también la imagen que en el extranjero se tiene de nuestra sociedad, de nuestra cultura e idiosincrasia.
Para quienes disfrutamos y nos enorgullecemos de recibir visitantes de todo el mundo y de presentarles nuestro país y su riqueza cultural y paisajística, hechos como este nos obligan a no callar y hacer correr la voz para que el estigma de la discriminación no manche la bandera de la libertad y la igualdad de los pueblos de todo el mundo.
Miguel Ignacio Stábile
DNI 30.940.814
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