Todos se merodean frente a la plaza pública
nadie quiere mirar firme a los ojos al otro
(al miedo de reconocerse)
Cuando el viento sopla desde el este, algunos encuentran la excusa,
para convertirse en hojas y terminar en el río,
mientras otros solo se acomodan el pelo y, esta vez, se miran horrorizados
Asi pueden ver a los demás y demás,
en el reflejo del alma de cada uno,
siendo testigos de sus destragedias sin sentido
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